SOY DE...

SOY DE...

Es verdad, no se puede negar el placer que se logra al oír que alguien te considera suyo.
Y no hablo de objeto manipulable, sino de que alguien tiene la certeza de que es poseedor de parte de tu alma, parte de tu mente, parte de tu vida.
De mis viejos hombres lo que más añoro es el momento en que como la cosa más natural del mundo me llevaban a conocer a su gente, su otro mundo lejos del que compartía conmigo, y con el mayor de los orgullos decían "Ella es mi novia". ¡Qué alegría sentir el orgullo, la alegría en sus voces al hacer esa afirmación...! Tan simple, pero que tanto expresa.
Lo mismo sucede cuando en una plaza, tu amiga justo se encuentra con algún conocido y al momento en que te presenta dice "Esta es mi amiga..." ¡Qué alegría! Es un instante en que cruzan miradas y el brillo en ambos pares de ojos todo lo dice.
¿Qué tanto tiene de importante sentirse propiedad de alguien? Pienso que más que propiedad, lo que importa es sentirse "parte de", porque genera todas estas lindas sensaciones cuando es recíproco, y si es recíproco, significa que estamos compartiendo.
Si hablamos de compartir, hablamos de nuestra más grande individualidad, porque más allá de tener una relación explícita o no con otra persona, lo que de hecho alcancemos a compartir va a depender pura y exclusivamente de lo que queramos compartir. Va a depender de cómo mi individualidad baila con la tuya, y de cómo ambas generan un vínculo que va a ser único en cada relación.
Jamás van a existir dos vínculos iguales. Lo que sí pueden existir son sensaciones similares al apreciar las particularidades de cada uno de los vínculos.
Porque cualquiera puede ser "novia" o "amiga", pero ser "tu novia", o "tu amiga" para mí es de las cosas más importantes en esta vida.

21 de febrero de 2008